Camel
A Nod and a Wink
Camel Productions, 2002, 55:42
Músicos:
Andrew Latimer: guitarras, flautas, teclados, voces.
Guy LeBlanc: teclados, coros.
Colin Bass: bajo, coros.
Denis Clement: batería.
Terry Carleton: batería (temas 2,6), percusión,
coros (tema 7)
JP Johnston: coros (tema 7)
Producido por Andrew Latimer
Temas:
1. A Nod and a Wink (11:16)
(Latimer/Hoover/LeBlanc)
2. Simple Pleasures (5:31)
(Latimer/Hoover)
3. A Boy¹s Life (7:20)
(Latimer/Hoover)
4. Fox Hill (9:19)
(Latimer/Hoover)
5. The Miller¹s Tale (3:34)
(Latimer/Hoover)
6. Squigely Fair (8:02)
(Latimer)
7. For Today (10:40)
(Latimer/Hoover/LeBlanc)
Por Andrés Valle
Luego
de tres años de espera Camel nos brinda un nuevo trabajo
en estudio. Y aunque sus últimos tres discos se habían
caracterizado por una profunda tristeza subyacente en casi
todos sus temas, A Nod and a Wink no continúa esa tendencia,
al menos con ese protagonismo. Tanto Dust and Dreams (1991),
Harbour of Tears (1996) y Rajaz (1999), o sea las tres obras
de Andrew Latimer como artista y editor independiente, creaban
un mundo fantástico, profundo, intrigante y oscuro.
Y todos suponían que el nuevo trabajo, cuya inspiración
iba a tener mucho que ver con los treinta años de carrera
que celebraría, seguiría esa tendencia. Pero
no fue así. Al menos no tanto. Lo que antes era tristeza
y melancolía
aquí se transforma en "nostalgia", como si
el repaso a su vida le brindara una sensación de moderada
paz, lo que pasado a través de un Andrew Latimer deriva
en una felicidad un tanto "acotada", no exenta de
cierta tensión, lo que en realidad le da a Camel su
característica musical intrínseca.
Los
temas remiten con evidente intención a ciertos momentos
claves de la carrera de Camel. Así, varios pasajes
podrían haber estado sin ninguna dificultad insertos
en Snow Goose, Moonmadness, Nude o hasta Breathless o Stationary
Traveller, aunque la etapa de mediados de los 70's es la más
explorada. Y mucho debe tener que ver en esto el hecho de
que la formación que grabara el disco sea la misma
-por primera vez en décadas- que ha realizado una extensa
gira durante los años 2000 y 2001, o sea, Colin Bass
en bajo, Guy LeBlanc en teclados y Denis Clement en batería,
aparte del indispensable Andrew Latimer en guitarras y flautas.
LeBlanc llega incluso a co-componer algunos de los mejores
temas del álbum, hecho también inédito
desde Stationary Traveller (1984, músico colaborando
en la composición). Lo que lamentablemente no sucedió
fue un protagonismo mayor por parte de LeBlanc en la mezcla
final, ya que se oyen muy lejanos algunos pasajes de gran
virtuosismo por parte del tecladista canadiense, cuyos sonidos
recuperan el encanto y variedad de los que usaba Peter Bardens
en álbumes como Mirage o Moonmadness. Y la relación
con Snow Goose surge sobre todo a partir de la recuperación
por parte de Latimer de la guitarra acústica y la flauta,
ambas con un protagonismo mucho mayor que en los álbumes
posteriores a 1975.
Una
de las mayores -y bienvenidas- características del
disco es la enorme dinámica de los cambiantes pasajes
de los temas. Las siete composiciones aquí incluidas
pasean con gran comodidad (hecho posible cuando los músicos
se conocen y están igualmente cómodos) por todo
tipo de matices y melodías,
sorprendiendo a cada momento con un giro inesperado. Esto
se evidencia mucho en piezas como "Fox Hill". En
ella un ritmo reminiscente a "A Song within a Song"
y de tono muy alegre y simple crea la idea -falsa- de un posible
tema pop de Camel, ya que Latimer canta exagerando su tono
inglés teatralizando
la letra muy juguetona, a lo Gabriel en Genesis, para luego
del primer minuto derivar en un pasaje totalmente "beatlesco"
(lo que también hacía Genesis) para, a continuación,
cobrar un tono e intensidad totalmente diferente, mucho más
tensa y con un solo de guitarra de Latimer seco y contundente.
Luego de los tres minutos aparece quizás el mejor momento
de LeBlanc en el disco, recordando aquí sí indudablemente
al Bardens más clásico. El tema alzanza un tono
épico y retoma la línea inicial a los cinco
mintuos, poco después de un cruce maravilloso entre
Latimer y LeBlanc, con un apoyo excelente de Bass y Clement.
Una pieza atípica para Camel, pero llena de guiños
a los seguidores de la banda. Otro de los grandes temas es
"A Nod and a Wink". El comienzo con el sonido de
los pájaros y un tren partiendo nos lleva a un viaje
en el tiempo y espacio, ya que nos sitúa adecuadamente
en un paisaje rural de campiña
inglesa, reafirmado desde la percusión casi de cajita
musical y la flauta de Latimer al estilo "Ian Anderson",
para luego derivar en un instante a cargo de la guitarra acústica
de enorme belleza, y el sobrio pero importante apoyo de LeBlanc.
El tema pasa repentinamente a cobrar una gran fuerza y LeBlanc
muestra por primera vez un protagonismo acorde con su talento,
y luego baja el tono para exhibir un hermoso trabajo vocal
de Latimer que nos remite a la belleza de temas como "Breathless".
Pero, como en todo el disco, un brusco cambio nos entrega
uno de los mejores momentos del álbum, pasados los
siete minutos, al mejor estilo Moonmadness o Nude.
Extrañamente
sólo hay un tema instrumental en el álbum, el
notable "Squigely Fair", de tono cercano a "Echoes"
de Breathless, uno de los clásicos de todos los tiempos
de Camel. Aquí la banda se suelta y muestra su potencial
creando otro gran momento de la carrera de Camel. El último
de los temas del disco es un nuevo "Ice", una pieza
mayormente instrumental inspirada en los hechos sucedidos
en New York el 11 de septiembre de 2001. Aquí Latimer
aporta su característica entrega, con un solo antológico
y conmovedor, digno de los mejores momentos de su carrera.
El tono remite incluso a algunos temas de Pink Floyd, al Gilmour
inspirado de "Comfortably Numb" o "Shine On
You...", para cerrar casi como un himno, con un coro
solemne que repite como una plegaria la letra en contrapunto
con el desgarrador trabajo de Latimer. Impresionante. De los
temas más breves, "Simple Pleasures" ofrece
un ritmo oriental más típico de los discos de
Colin Bass, y una hermosa melodía, con una cadencia
casi latina en el desarrollo. "A Boy's Life" es
otro gran momento. Luego de un comienzo acústico el
tema va in crescendo hasta crear un maravilloso y emotivo
pasaje después de los cinco minutos, con uno de esos
momentos por los cuales se justifica la existencia de un grupo.
Notable. Y el último de los temas del álbum
es "The Miller's Tale", un breve interludio acústico
muy pastoral, con sonidos de oboe y guitarra acústica
y flauta de enorme sugerencia, como alguno de esos delicados
pasajes de Snow Goose o hasta el "Harlequin" de
Genesis, aunque esta vez cantado por Latimer.
A
Nod and a Wink es un trabajo fascinante, de enorme belleza,
mucho menos denso que la última etapa de la banda,
casi como un cierre, un moño para una carrera de treinta
años. De todas maneras, y por la calidad vigente demostrada
por Latimer, la historia de Camel lejos está de terminar,
con una gira anunciada para el año que viene, la edición
de dos DVDs y un nuevo álbum acústico con nuevas
versiones de sus mejores momentos.
Un
bienvenido y dignísimo testimonio por parte de un artista
trascendente en la historia del rock progresivo.
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