La semana pasada nuestro país tuvo la alegría de recibir por tercera vez a un artista que cambió la historia de la música para siempre, el maravilloso Paul McCartney. En el marco de su gira One on One, con Argentina como única parada por el momento dentro de América Latina, McCartney presentó un show en el Estadio Mario Alberto Kempes en la ciudad de Córdoba y dos en el Estadio Único de La Plata. A sus 74 años demostró que está mejor que nunca y que jamás deja de renovarse.

La noche comenzó con el emblemático acorde inicial de “A Hard Day's Night” y a partir de ahí se desató una celebración de más de 30 canciones y 3 horas de emoción. Con una lista de temas que unió todas sus etapas, desde los Quarrymen (“In Spite of All the Danger”) y los Beatles, hasta los Wings y su período solista (incluyendo tres temas de su último y novedoso disco, New, y una versión propia del reciente “FourFiveSeconds” que compuso con Rihanna y Kanye West), McCartney nos hizo partícipe a todo su público. ''Esta noche vamos a hacer algunas canciones viejas, otras nuevas y algunas en el medio'', prometió poco después de abrir el show y no nos defraudó. Siempre deja claro en sus discos que es un artista que se transforma constantemente, adaptándose a los distintos contextos y a sus necesidades artísticas de cada momento, y sus shows así lo reflejan. El eléctrico “Save Us”, de su último álbum, fue el segundo tema de la noche y nos hizo vibrar a todos.

De su etapa Beatle se destacaron “Love Me Do” (primer single de la banda), “You Won't See Me” (Rubber Soul) y la ya mencionada “A Hard Day’s Night”, tres canciones que generalmente no forman parte de su repertorio en vivo. Paul demuestra que nunca se da por hecho y busca no solo seguir creando de forma innovadora sino también reinterpretar de la manera más creativa su obra ya existente. En este sentido, uno de los momentos más increíbles de la noche fue su sorprendente versión de “Being for the Benefit of Mr. Kite!”, una canción compuesta por John Lennon y única pieza de Sgt. Pepper's presente en el show, que impactó por su elaboración y fineza, haciendo de este tema un tributo enorme a la etapa más colorida del grupo que nos dejó a todos boquiabiertos.

Luego de habernos agasajado con “Letting Go” y “Let Me Roll It”, McCartney le dedicó “My Valentine” desde el piano a su actual esposa, Nancy. ‘’Esta es para los Wings’ fans’’, exclamó luego y nos puso la piel de gallina. El piano tan particular y maravilloso de “Nineteen Hundred and Eighty-Five” (esa obra maestra que cierra Band On the Run) y la perfecta línea de bajo que lo componen se unieron para que Paul nos regalara cinco minutos majestuosos. Al terminar el tema hizo el símbolo de las alas con sus manos, que repitió más tarde para los privilegiados a quienes nos hizo disfrutar con “Jet” (la interpretó solo en su show del jueves 19, en reemplazo de "Hi, Hi, Hi").

La preciosa “Maybe I’m Amazed” fue la elegida para recordar a su gran amor, Linda McCartney, y a Lennon le dedicó la hermosa balada “Here Today”, solo con su guitarra y sobre una plataforma que se elevó del escenario para que todos lo pudiéramos ver cara a cara. Estas canciones, muy personales, son interpretadas con tal emoción que se transparenta en los quiebres de su voz. En su último tributo de la noche, esta vez en honor a Harrison, Paul tomó el ukelele y, como en el 2010, volvió a deleitarnos con su poderosa versión de “Something”.

Luego de la increíble “Live and Let Die” y la eterna “Hey Jude”, se retiró por menos de dos minutos del escenario, pero sabemos que no necesita el descanso. Enseguida volvió para seguir dándolo todo como siempre, y nos conmovió con una hermosa versión de “Yesterday”, acompañado únicamente por su guitarra. Para finalizar, el trío “Golden Slumbers” – “Carry That Weight” – “The End” es tan metafórico como en Abbey Road y nos recuerda que la música es eterna, y él también.

McCartney demostró una vez más cómo se reinventa paso a paso con el mundo. Y nosotros nos reinventamos con él.

‘’Hasta la próxima, see you soon!”, nos dijo mientras saludaba con una gran sonrisa. Allí estaremos, Sir.