Recordando el paso de
Litto Nebbia por Barcelona esta primavera y su actuación en la sala Les Enfants, muy cerca de las míticas Ramblas de la capital catalana y vanguardia en los 70s de lo mejor de la música ibérica, es un punto de referencia para entender porqué el pop-rock argentino no logró nunca establecerse en la España post-franquista, a pesar de la calidad de sus producciones.
Con algunas entrevistas en periódicos de Madrid, Barcelona y otras ciudades españolas, Litto desembarcó en Barcelona junto a su mujer Alexandra, nieta de
Libertad Lamarque, y probó sonido en la sala acompañándose únicamente de guitarra y teclados.
Al concierto asistieron, como era de esperar, muchos argentinos y algunos fans de otros países latinoamericanos, pero también españoles y catalanes que conocían la música del pionero del pop-rock en español.
Sonaron canciones emblemáticas. Litto es como una fábrica de componer. Pero una factoría que ha producido material muy diferente en cada década de una monumental carrera discográfica como pocas.
Su capacidad para sintetizar un repaso de algunas de aquellas joyas que su audiencia esperaba con an
siedad, produjo que, de su galera musical, brotaran temas de
Los Gatos, de su posterior etapa folklórica, de los años 80s, 90s y de su nueva cosecha musical, ya instalado como leyenda viviente que es, en este convulsionado y confuso siglo XXI, en el que no siempre se sabe quién compone una cosa o quién interpreta otra.
Litto no necesita muchos artilugios, ni demasiadas luces, ni efectos ni escenarios mastodónticos para cautivar a quienes lo vean. Le bastan una guitarra, un teclado y un micrófono. El resto (que es lo principal) lo lleva dentro, y es su inmensa capacidad para crear canciones que reflejan instantes de la vida misma, que señalan lo que está ocurriendo, que explican una situación o un desenlace. Su voz permanece vital y expresiva para un hombre que acaba de cumplir 71 años en la faz de la Tierra.
Y este gran músico y artista, conocido por especialistas del rock en español pero no bien difundido durante la España franquista que no deseaba que hubiese rock en castellano, ni por la España post franquista y democrática que tampoco deseaba que el público español conociera de verdad el pop-rock que se estaba generando en Argentina desde mediados de la década de 1960, se paseó por algunas ciudades ibéricas como si
Bob Dylan recorriera la geografía británica sin que nunca los ingleses hubiesen difundido de verdad su música y su poesía.
Pues esto es lo que ha sucedido y continúa sucediendo con la España que ignora lo mejor y los orígenes del rock en castellano: una situación surrealista.
En cualquier caso, Litto hizo que volvieran a esparcirse por el éter de este sur europeo mediterráneo y crisol de culturas que pasaron por puertos tan definitivos como el barcelonés, canciones históricas que son ya tan clásicas para nosotros como lo mejor de la música anglosajona.
Cabe destacar que al llegar a Andalucía, y mientras realizaba el check-in en su hotel, a Litto le robaron su computadora, sus apuntes de canciones para los conciertos, sus libros, cds, documentación personal, etc.
Ya no caben los argumentos europeos de que únicamente Sudamérica es la peligrosa.